Nos encontramos en el cabo más septentrional del Principado de Asturias con unos acantilados que pueden llegar en algunos tramos a superar los 100 m. y que no son aptos para la gente que padece vértigo aunque.
La zona forma parte de la Red Regional de Espacios Protegidos de Asturias. Aquí luce también desde 1852 el Faro cabo de Peñas que es el faro de mayor alcance de todo el litoral asturiano. En su interior alberga el Centro de Interpretación del Medio Marino de Peñas.
La senda del Cabo Peñas está formada por un trazado de unos 20 km entre los faros de Nieva y Peñas; sin embargo, nosotros hemos optado por hacer una ruta circular de unos 10 km en la que hemos podido contemplar el Cabo y sus acantilados así como las primeras playas que asoman tras los mismos (Solarriba y Playa Carnera).
Comenzamos a caminar desde el mismo Faro de Peñas donde dejamos el coche en un amplio aparcamiento gratuito. Bordeando el Faro llegamos a unas pasarelas de madera en cuyo recorrido podemos consultar unos paneles informativos sobre la flora, fauna, cetáceos, geología, etc. que ayudan a entender e interpretar el entorno natural.
Terminadas las pasarelas se abren ante nosotros diversos ramales para transitar siempre paralelos a los acantilados donde con cuidado nos podemos asomar a contemplar el Cantábrico, sus puntas e islotes.
La senda parte de la localidad de Las Caldas en Oviedo, donde dejamos el coche en un parking público y gratuito. Nos encontramos en una Villa termal que alberga uno de los balnearios más importantes del Principado de Asturias y cuya construcción data del 1776. Nos dirigimos a la derecha tras salir del aparcamiento donde encontramos un parque infantil.
Siguiendo el camino y, también a nuestra derecha, casi pasa desapercibido el Castillo de Priorio o de las Caldas que asoma oculto entre una espesa vegetación.
Continuamos siguiendo la orilla del río Nalón entre abedules, castaños y hayas para atravesar más adelante un puente colgante que nos ofrece una hermosa panorámica del cauce del río más importante de Asturias.
Entramos ahora en una zona llamada el Barcu por cuyo recorrido atravesaremos en 2 ocasiones las vías del tren y que nos llevará hasta la antigua estación de tren, Fuso de la Reina, convertida ahora en Bar.
Cruzando el antiguo puente del Forno sobre el río Nalón, nos espera una gran formación rocosa, la Peña Avis y, algo más adelante, el Túnel de Veneros de 260 m.
Seguimos nuestro recorrido dejando a la derecha el campo de golf de Las Caldas para transitar por un tramo del camino que discurre al lado del Río Gafo, afluente del Nalón.
Así, poco a poco, disfrutando de este entorno nuevo para nosotros llegamos hasta nuestro punto de partida atravesando el balneario que da identidad a esta bonita localidad.
¿Cómo disfrutar y exprimir un fin de semana en estos dos enclaves de la zona oriental de Cantabria?
Iniciamos nuestro viaje de viernes a las 14:30 tras cumplir con las obligaciones laborales. No tenemos mucho camino por delante, tan solo 210 km nos separan del hotel reservado en la parte costera de Isla (Playa el Sable) y, el tiempo, tras un pronóstico de lluvia que nos acompañará buena parte del viaje por tierras cántabras, afortunadamente nos da tregua en Isla.
En el siguiente enlace de la página de Turismo Cantabria podremos encontrar la información que consultamos previamente para conocer los puntos de interés dignos de visitar e inmortalizar en nuestros móviles.
Una vez instalados en el hotel restaurante Alfar (totalmente recomendable), hacemos el check-in, y cogemos de nuevo el coche para dirigirnos hasta el pueblo situado a 2.7 km del alojamiento en la parte más elevada de la zona. Teníamos anotados los siguientes puntos de interés del casco histórico de la villa:
Palacio de los Condes de Isla (declarado Bien de Interés Cutural en 1991).
Iglesia de San Julián y Santa Basilisa (declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento en 2002).
Torre de Cabrahígo.
Torre de Rebollar.
La cena la hicimos en el Bar asador la Huerta, un sitio agradable y con una amplia carta para escoger. Nosotros nos decantamos por unas raciones de patatas con alioli y fritos variados que no pudimos terminar.
El sábado por la mañana, tras un buen desayuno (incluído con el alojamiento) nos desplazamos hasta Santoña para realizar la ruta de los faros y acantilados del monte Buciero. Desde que vi las imágenes del faro del Caballo supe que sería una de las primeras escapadas de fin de semana una vez abierto el cierre perimetral que trajo consigo la pandemia.
Llevamos con nosotros el aperitivo para poder disfrutar del paisaje sin prisas y dedicarle el tiempo necesario.
Antes de iniciar la ruta, y, dado que llovía bastante, paseamos por Santoña, localizada al pie del monte Buciero e intentamos inmortalizar cada uno de los sitios de interés que llevábamos preparados en espera de que amainase el temporal… cosa que no sucedió hasta ya entrada la tarde.
Monumento a Juan de la Cosa.
Monumento a Luis Carrero Blanco.
Plaza de toros.
La muralla.
Iglesia de Santa María de Puerto.
Casa palacio del Marqués de Manzanedo.
Los fuertes.
El domingo, antes de emprender el camino de vuelta, elegimos las marismas de Santoña, Victoria y Joyel, Parque Natural cuyo conjunto constituye la principal zona húmeda del Cantábrico. Decidimos en esta ocasión hacer un recorrido corto para poder parar a comer en ruta. Lo hicimos en el restaurante Junco, que se encuentra en la primera salida de Asturias después de Unquera.
Tras la comida nos dirigimos a Pría pensando que al coincidir con la hora de la pleamar disfrutaríamos del espectáculo de sus bufones. Nuestro gozo en un pozo pero también mereció la pena ver la Playa de Guadamía y oír el estruendo que produce el oleaje sobre las hoquedades de las rocas.
El parque natural de las marismas de Santoña, Victoria y Joyel es un espacio natural protegido constituido por el estuario que forma el río Asón y las marismas de Victoria y Joyel. El conjunto constituye la principal zona húmeda de la cornisa cantábrica y desde 1992, fue calificado como parque natural.
Se trata de un recorrido breve pero espectacular a la vista que merece la pena disfrutarse. Como una imagen vale más que mil palabras, a continuación tenemos un resumen de la ruta de unos 4 km. aproximadamente.
De las cinco rutas que se pueden realizar por el monte Buciero, nosotros hemos elegido la de los faros y acantilados. ¿Por qué? No sabría reponder lo único que tenía claro es que quería visitar el faro del caballo. Hoy, 2 días después, aún nos cuesta bajar escaleras de las agujetas que tenemos.
La senda comienza al final del paseo marítimo donde hay un amplio parking para dejar el coche cerca del fuerte de San Martín. Este fue edificado sobre un antiguo castillo de tiempos de Felipe II.
Desde el castillo, unas escaleras ascienden a una carretera bidireccional. Se toma en el ramal de la derecha, y, un poco más adelante, se gira a la izquierda. De esta manera, podemos observar junto a la carretera las Baterías Alta y Baja de Galbanes. Pronto, tras pasar varias canteras semi abandonadas, el asfalto deja paso a una pista pedregosa que gana nivel rápidamente sobre los acantilados.
A un kilómetro del punto de partida se divisa el Fuerte de San Carlos. Siguiendo la extensión, el camino lleva hasta una baranda de madera y, justo de frente, se muestra imponente la Peña del Fraile, en cuyo escarpado perfil se adivinan varias cavidades con restos prehistóricos.
Cuenta la leyenda que una salva al unísono de todas las baterías y fuertes del monte hizo que se desprendiera la cabeza del "fraile".
Más adelante, nos topamos con la Casa de la Leña, y apenas unos metros después, con una boca de vegetación que se adentra en el bosque, en dirección a la antigua mina que pasaremos de largo. Siguiendo el camino principal se atraviesa una zona de farallones rocosos y grandes cortados en la roca, hasta llegar a una encrucijada.
En este punto, se gira a la derecha para visitar el Faro del Caballo y la Batería de San Felipe, cuyo acceso requiere un segundo requiebro a la derecha. Desde la batería se obtiene una fabulosa vista del acantilado y a su pie, del Faro del Caballo, de acceso accidentado y costoso que supone un vertiginoso descenso de casi 700 escalones, 800 si se desciende hasta el mar. Este faro, puesto en funcionamiento en 1863, se encuentra en la actualidad abandonado. Una vez ascendida la escalinata, y de vuelta a la encrucijada, se tuerce la derecha para no perder así el camino principal. Durante los 2 km siguientes se disfruta de un bello bosque de encinas, madroños y laureles.
En el siguiente cruce debe tomarse el ascendente de la izquierda y, más adelante, debe obviarse el camino sigue de frente y bajar, en cambio, por el de la derecha, que da paso a una pequeña zona de curvas de fuerte pendiente por lo que el senderista debe ser aquí especialmente cuidadoso.
¡Ojo! Nos encontramos con una parte de unos 200 m. en los que la dificultad crece. Hay una cuerda en algunos tramos para faciltar el paso.
Un poco más adelante, el camino se ensancha discurriendo ahora entre laureles y madroños, recuperando el carácter rectilíneo, para llegar hasta el Faro del Pescador. Este faro entró en funcionamiento en el año 1864, empleando una lámpara de aceite de oliva; hubo de ser reconstruido y modernizado tras sufrir graves daños causados por un ciclón en 1915.
Desde aquí se seguirá la carretera que nace en el camino, para enseguida divisar la playa de Berria y el Penal del Dueso, antiguo Fuerte imperial de tiempos napoleónicos. También se encuentra en las cercanías la Batería del Águila (tomando en el entorno de la Punta del Águila un pequeño sendero a la derecha de la carretera). Se conservan todavía dos plataformas para artillería y dos estancias para alojamiento y almacén de municiones. Alcanzado el contorno del Penal del Dueso, un desvío permite visitar la napoleónica Batería de la Cueva, situada sobre el arenal de Berria. De vuelta al camino principal se bordea el penal por su flanco izquierdo, llegando al barrio del Dueso y, después, a su parte alta, dejando en el camino del antiguo Polvorín del Dueso y cogiendo un camino de asfalto a la derecha de este.
Se alcanza así el Fuerte del Mazo y el Polvorín del Helechal, y se continúa por la carretera rodeada de encinas y disfrutando de excelentes vistas panorámicas de Santoña y sus marismas en puntos como el Mirador de Casablanca. Tras recorrer casi 2 km desde el fuerte del Mazo, se alcanza la antigua Batería Alta de San Martín y, apenas unos metros más abajo, el Fuerte de San Martín, donde finaliza la vuelta circular al monte.
La información que consultamos para realizar la ruta fue sacada del folleto "red de sendas del Monte Buciero".
Juan de la Cosa nació en Santoña en el s. XV. Dibujó el primer mapa en el que se incluye al recién descubierto continente de América. También fue armador de la carabela Santa María de ahí que está esté reprentada en la parte superior del monumento sobre las 2 columnas de estilo dórico
Monumento a Luis Carrero Blanco del escultor Juan de Ávalos.
Plaza de toros, edificada con los sillares de piedra caliza y baluartes que configuraban la muralla que protegía a la villa frente a las entradas marítimas.
La muralla, una obra que fue declarada como inútil y que nunca se terminó según los planes iniciales debido, además, al elevado coste que suponía su construcción.
Iglesia de Santa María de Puerto de la primera mitad del s. XIII. Fue uno de los primeros monasterios de Cantabria.
Casa palacio del Marqués de Manzanedo.
Los fuertes cuya edificación fue iniciada por los franceses durante la Guerra de la Independencia: