De la localidad de La Venta parte esta ruta de baja dificultad que por caminos, pistas y algunos tramos de carretera del Valle de Ardisana nos invita a conocer la naturaleza más autóctona y sumergirnos en la magia de la mitología asturiana.
Entre bosques de castaños, avellanos, abedules y tejos, pasaremos por Gomezán, La Maletería, Palaciu, Ardisana y Ricaliente donde finaliza la ruta.
Se trata de una caminata para toda la familia que hará las delicias de los más pequeños al encontrarse con algún duende travieso, una entrañable y mágica hada o alguna serpiente alada.
Cómo llegar al inicio de la ruta
- En ambas direcciones, Santander – Oviedo y Oviedo – Santander, tomar la salida a Posada de Llanes
- Deberemos entrar en Posada y continuar por la AS-115 dirección Picos de Europa, Covadonga, Funicular
- A unos 5 kilómetros de Posada , concrétamente en Puentenuevo, nos desviaremos a la derecha donde encontraremos la zona de aparcamiento y el punto de partida para la Ruta en la localidad de La Venta.
La ruta
Dejamos el vehículo en un parking junto a la bolera de la Venta los Pobres, donde empieza la caminata. Unos Trasgus dan la bienvenida a la ruta encantada y el escultor de las obras, Pedro Bueno, desea buen camín a los senderistas.
Por la carretera nos dirigimos a los Callejos y caminamos junto al río San Miguel hasta llegar a un cruce donde, a nuestra izquierda, tomamos la pista que sube hasta Gomezán. Aquí nos espera el Sumiciu, un simpático personaje que suele encontrar lo que nosotros perdemos.
Atravesamos el pueblo y una senda nos conduce hasta la localidad de La Malatería que debe su origen y nombre a un hospital de leprosos de principios del siglo XVII. Aquí el hombre del saco nos advierte de que él no es la criatura más temible que nos podemos encontrar por esos bosques.
Pasamos por delante de la capilla de Santa María Magdalena que solo se abre una vez al año, el día de su festividad, y, una vez en la carretera, cogemos la segunda pista que se introduce en una zona de pastos y que es la antesala de un bonito bosque donde nos vigila el Pataricu con un solo ojo en espera de algún niño con el que poder alimentarse.
Unos metros después, el camino se ensancha y aparece ante nosotros el bromista Diañu Burlón que, aunque suele presentarse con forma humana, se puede cruzar contigo como si de un inocente animal se tratara.
Continuando por la pista, descendemos hasta el pueblo de Villanueva. Aquí nos sale al paso el Nuberu, señor de la lluvia y las tormentas, antes de llegar al Campo de La Prida, lugar donde se levanta la iglesia de Santa Eulalia de Ardisana.
Descendiendo por un camino empedrado, nos adentramos en el pueblo. Unos metros más adelante, descendiendo por nuestra derecha, está la Fuente del Cañu y a su vera la figura de Segador carbruñando la guadaña.
Nuestro recorrido continúa dirigiéndonos a la izquierda en dirección a Ardisana donde en esta ocasión es el Cuélebre quien nos recibe. Esta serpiente alada custodia los tesoros y las princesas junto a una enorme roca.
Al llegar a la carretera, continuamos por la derecha y, tras pasar las escuelas, tomamos un camino empedrado a la izquierda que desciende por un tranquilo bosque hasta desviarnos por el trazado que transcurre por la margen de un arroyo en el que la Lavandera en esta ocasión no emitía ninguna de sus desagradables voces. Este tramo es conveniente atravesarlo sigilosamente pues si nos descubre es posible que nos ahogue el río por molestarla.
Más adelante está la Cruz de los Garabiales que data del año 1761. Por este camino se trasladaba a las personas que fallecían en el valle hasta el cementerio. En esta misma zona, es donde se detenía la comitiva fúnebre para recuperar fuerzas mientras se rezaba un responso.
Un poco más abajo, el Busgosu, mitad hombre y mitad carnero, guía a los pastores, ayuda a reparar las cabañas de las brañas y protege el entorno en el que habita.
Unos metros después, llegamos a la carretera que lleva hasta Riocaliente. Antes de cruzar el puente sobre el río San Miguel que nos introduce en el pueblo, está la Manona o Pesadiellu que manda detenerse a todos aquellos que no respeten la naturaleza ni sus leyes. Por el contrario, dejan continuar su camino a los que aún creen en mundos ocultos y seres mágicos.
Para terminar con nuestra particular aventura solo nos queda encontrarnos con la Castañera en la plaza de Rioseco a la vera de un castaño y rodeada de hórreos.
Solo nos queda regresar sobre nuestros pasos para retomar la carretera asfaltada que, paralelos al río San Miguel 2 kilómetros después nos llevará hasta el punto de partida con la bonita estampa del pico Culobardón de la Sierra de Peña Villa.
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