lunes, 27 de marzo de 2023

Los mejores rincones de Aldeadávila de la Ribera


 Al noroeste de la provincia de Salamanca donde el Duero y sus afluentes presentan los más impresionantes encajonamientos fluviales que puedas imaginar, se localiza Aldeadávila de la Ribera.

Bautizado por Unamuno como "El corazón de las Arribes" aquí encontraremos dos mundos que marcan los límites y a la vez se complementan. Por un lado está la penillanura, en la que a una discreta distancia del Duero se levantan los coquetos pueblos de granito y pizarra. Del otro, el valle por el que discurre el río, con tierras más agrestes e inaccesibles y su particular microclima que favorece la biodiversidad.

Un paseo por Aldeadávila de la Ribera

En Aldeadávila nos asomaremos  a sus vertiginosos miradores donde buitres leonados, alimoches y algún águila real surcarán ante nosotros dominando este espacio. Sus extraordinarias leyendas árabes nos transportarán a un mundo de fantasía y sus construcciones de granito o pizarra nos cautivarán.

Iniciamos nuestro recorrido en la calle Cristóbal martín de Herrera la entrada de la localidad.

Monumento al cabrero


Nuestra primera parada es para contemplar este bonito monumento realizado en el 2010 homenaje a los auténticos héroes de esta comarca, los cabreros, pastores y agricultores que con su sacrificada dedicación lograron transformar y matener estas tierras ribereñas.

La obra fue diseñada por el arquitecto local, Guzmán Pascual Alejo, quien también realizó los moldes de las tres figuras representativas de Las Arribes realizadas en bronce. Sobre una maqueta natural de piedra y puesta por los empleados del Ayuntamiento, podemos ver a cabrero con sus alforjas al hombro y el codillo con el que cortaban la maleza que se cruzaba en su camino, en  la mano. También están representados las cabras y el perro guardián del rebaño.

Esta vista nos lleva al típico paisaje ribereño, con los paredones o bancales sobre los que se asientan viñedos y olivos, además de las cascadas de agua que plasman los cursos de agua que fluyen por doquier en este entorno.

Ermita de San Sebastián

Continuamos bajando por la misma calle dejando a nuestra derecha la Oficina de Turismo que ocupa las estancias de lo que fue la antigua ermita de San Sebastián y en torno a la cual se celebraba una intensa actividad. En sus proximidades se celebra, desde el siglo XIX, una de las más importantes ferias de ganado de la región.

Ermita del Santo Cristo

Unos metros después de la sede de la Oficina de Turismo está la Ermita del Santo Cristo que destaca por su atrio abierto con bóveda de cañón. La reja que protege la entrada es del año 1763.

En la plaza podemos ver la Cruz del Rollo Jurisdiccional del antiguo Concejo que servía para ajusticiar a los condenados y de paso aquellos que llegaban al lugar se daban cuenta del poder que tenía el señor para impartir justicia en nombre del rey.

Iglesia El Salvador


Detrás de esta hilera de viviendas  en la que desemboca la Calle Cristóbal Martín Herrera vemos asomar la esbelta torre de su iglesia. Parece ser que a raíz de las guerras con Portugal se creía conveniente levantar estas altas y sólidas atalayas desde las que poder vigilar adecuadamente la frontera.



Las calles de Aldeadávila

Seguimos paseando por las empinadas callejuelas de Aldeadávila de la Ribera cuyo casco urbano es uno de los mejores ejemplos de arquitectura popular ribereña, donde la piedra de granito es indudablemente la protagonista, seguida por el recercado de cal de puertas de cuarterón y estrechas ventanas que muestran unas fachadas que le confieren un atractivo especial.




Las antiguas calles de este pueblo, mantienen nombres de resonancia y los carteles que las anuncian nos dan información relevante  sobre las mismas.

Palacio del Marqués de Caballero

Junto a la casa parroquial, frente a la Iglesia, se encuentra el Palacio del Marqués de Caballero construido en el siglo XVIII y del que destaca un escudo labrado en pizarra sobre la ruinosa puerta de acceso. Se trata de una de las construcciones palaciegas más relevantes de la región debido a su origen nobiliario y estilo arquitectónico neoclásico.

Este palacio perteneció a D. Jerónimo Caballero, oficial de Carlos III en las guerras de Italia contra los austriacos y posteriormente ministro. Fue utilizado como edificio de la aduana y actualmente se encuentra en un estado bastante deteriorado donde las grietas son visibles.

Ermita de la Santa

Ya casi a las afueras del pueblo está la Ermita de la Santa que antiguamente era conocida como la Ermita de Nuestra Señora las Huertas porque a su alrededor había numerosas huertas. También, recogiendo el nombre del antiguo barrio donde se encuentra, era llamada Ermita de Nuestra Señora de Abajo.

No pudimos entrar porque como viene siendo habitual el templo estaba cerrado pero parece ser que en su interior hay un extraordinario retablo de estilo barroco con la imagen de la Inmaculada, que procede del Convento de Santa Marina La Verde.

Detrás de la ermita vimos este lavadero, lugar de encuentro para las mujeres que al tiempo que hacían la colada cada tarde aprovechaban para charlar haciendo la faena más entretenida.

De aquí mismo parte el camino agrícola que lleva hasta los miradores de Rutipín, Latrón y Rupurupay.

Vivienda tradicional


Con la piedra de granito como protagonista, destaca la sillería de sus fachadas. La típica casa riberana se sitúa junto a otras edificaciones adyacentes y presenta una única fachada. Podían estar pintadas de cal o presentar la mampostería de piedra al descubierto como la vivienda que aparece en la imagen.

Con el paso del tiempo, estas construcciones fueron ganando en altura, incorporando esbeltos balcones voladizos adornados con parras y coloridas flores.

Mirador del Palomar


Y terminamos nuestro recorrido por Aldeadávila en este mirador que nos ofrece la mejor de la panorámicas de la localidad. Se construyó en los años 70 en el mismo lugar donde antiguamente se levantaba la Ermita de Santiago. Esta fue demolida en los primeros años del siglo XIX. En su capilla, durante la Edad Media, los condenados a muerte esperaban la hora del ajusticiamiento.

Destaca el monumento dedicado a María Auxiliadora cuyos 3 metros se alzan sobre un pedestal que suma otros cinco metros. La obra tallada en granito blanco fue realizada por el vecino de Villavieja de Yeltes, Antonio Mateos.

Vídeo del paseo

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