En la parte norte de los Arribes del Duero, en la comarca zamorana de Sayago, se encuentra la cascada de Abelón que no es más que la desembocadura del regato de la Cunca. En mi tierra, un regato es un charco de agua y eso fue más o menos lo que nos encontramos. Se trata, claro está, de una cascada estacional por lo que dependiendo de la época del año en que se visite variará el salto del agua. En conclusión: el mes de junio no es el mejor mes del año para visitarla pero puedo dar fe de que a pesar de todo las vistas merecen la pena y más aún si a la hora de inmortalizarlas con la cámara de fotos no hay nadie que se cruce en el plano. Solo coincidimos en todo el camino con una pareja y sus perros.
La ruta, que carece de dificultad a excepción del tramo de la bajada, empieza en la localidad de su mismo nombre, Abelón. Para ello, nos dirigimos hasta el final de Abelón, donde se encuentra la báscula. Está muy bien señalizada y transcurre por terreno llano en casi su totalidad.
Tras andar los 3 primeros kilómetros, nos encontramos con un ramal cuyo camino lleva hasta la Peña de la Campana. No sé cuantos peñascos fotografié pensando que se trataba de dicha piedra. Lo cierto es que cuando estás delante es inconfundible su forma de champiñón y muy llamativos sus agujeros.
Para llegar hasta aquí cruzamos el arroyo de la Cunca. Si nos acercamos podremos observar lo que los geólogos denominan taffoni que son cavidades o huecos producidos por la erosión. Desde aquí podemos dirigirnos hasta el Mirador de la Poyata desde donde podremos contemplar el río Duero.
Regresamos al sendero principal y continuamos para llegar a nuestro destino. Sorprendente es el descenso hacia el Molino de Pozo de Cubo, donde además de esta construcción se encuentra la Cascada (en nuestro caso presunta) porque apenas desprendía un chorrito de agua. Ya me mosqueaba no escuchar el sonido del agua del que tanto leí por Internet.
Bajar hasta la orilla, a través de un estrecho sendero, presenta algunas dificultades y, yo que soy torpe, miedica y poco decidida por naturaleza sufrí lo mío pero merece la pena tomar las precauciones necesarias para poder verla desde cerca. En mi caso un palo y una mano fuerte que me sujetaba y tiraba de mí. El paisaje, espectacular en pleno cañón del Duero, para disfrutar con el vuelo de la cigüeña negra, el alimoche, el buitre leonado o el águila real… si hay suerte.
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