En esta ruta recorremos por un camino fácil y sin apenas desnivel, el tramo final del río Dobra, por su margen izquierda desde su confluencia con el río Sella hasta llegar a una gran poza conocida como la Olla de San Vicente.
El río Dobra
El Dobra es un río de 23 kilómetros de longitud que nace en la vertiente leonesa de los Picos de Europa y discurre en casi su totalidad por la zona centro oriental del Principado de Asturias. Este afluente del río Sella, hace de frontera natural entre los concejos de Amieva y Cangas de Onís cerca de su desembocadura.
¿Cómo llegar?
Llegamos al punto de partida por la N-625 en dirección Riaño-Puerto del Pontón. Tras pasar el pueblo de Tornín, a 7 kilómetros veremos un cartel que anuncia el Río Dobra y, a la izquierda un restaurante. Aquí dejamos el coche pero hay que tener en cuenta que no hay espacio para muchos vehículos y, probablemente, en temporada de mucha confluencia habrá que buscar donde estacionar el vehículo por las proximidades.
Descripción de la ruta
Desde el comienzo podemos disfrutar de un paisaje típico de ribera: chopos, arces, sauces, tilos, avellanos...y, poco a poco, va asomando el Río Dobra, bautizado por los Celtas como “Dubram”, que significa agua.
El río nos ofrece un cauce repleto de colores imposibles, desde su nacimiento hasta su confluencia con el Sella.
A unos 200 metros encontramos el Puente Viejo o el Puente Dobra, de origen medieval. Se trata de un puente de piedra de un solo arco apuntado y cuyo suelo está formado por los restos de una antigua calzada romana que a partir del siglo XVI se conocía como la Senda del Arcediano.
Según vamos avanzado, el camino se adentra en una zona de pradería donde asoma alguna cabaña entre la variada amalgama de colores otoñales que nos regala la naturaleza en esta época del año.
Finalizado este tramo, concluye la pista forestal y nos toca acometer una parte del trayecto por un paso más estrecho e irregular excavado en la roca. Aquí hay que poner un poco más de cuidado para evitar resbalar o pisar en falso.
Por último, nos espera tierra firme entre avellanos y lo que en otro tiempo fuera zona de siega y cultivo y, al final, un claro en el bosque bordeado de cantos rodados que abrazan el cauce del Dobra que llega hasta allí de forma precipitada entre saltos de agua. Estamos hablando de la Olla de San Vicente, una increíble poza de aguas cristalinas.
El regreso lo hacemos por el mismo camino.
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